jueves, 22 de enero de 2009

Sigo pensando en los datos aislados,
en las indescriptibles mañanas ventosas de febrero.
Me pierdo en el recuento de lo no dicho,
lo no olvidado o lo no pedido.
Este invierno duelen los huesos,
a veces
y esa profundidad cási mística encierra una trampa en el tiempo,
cuando ronda una voz hecha de ruido y silencio,
de microscópicas esferas de sosiego.

miércoles, 7 de enero de 2009

Por qué ordenar cosas desordena la cabeza?
Por que desestabiliza tanto poner los objetos en su lugar, desechar lo que ya no sirve o lo que de una u otra forma ya no nos pertence?
De que sirve pensar: "empézaré el año ordenadamente", si esa necesidad finalmente logra un objetivo contrario?
Nada más, seguiré intentanto sobrevivir a esta incesante catarata de sensaciones.

viernes, 2 de enero de 2009

Tenía abandonado el blog, disculpen, aunque en realidad dudo que haya demasiados lectores asiduos que me lo reprochen.

Espartaco


Agrego este poema que me pasó Ale Muñiz, mejor conocido como Metalex, no tengo el título y desconozco de quien es la traducción, así que los reclamos deberán dirigirlos a él.


Wislawa Szymborska

Un gato en un piso vacío
Morir, eso no se le hace a un gato.
Porque qué puede hacer un gato en un piso vacío.
Trepar por las paredes.
Restregarse entre los muebles.
Parece que nada ha cambiado y, sin embargo, ha cambiado.
Que nada se ha movido, pero está descolocado.
Y por la noche la lámpara ya no se enciende.
Se oyen pasos en la escalera, pero no son ésos.
La mano que pone el pescado en el plato, tampoco es aquella que lo ponía.
Hay algo aquí que no empiezaa la hora de siempre.
Hay algo que no ocurre como debería.
Aquí había alguien que estaba y estaba, que de repente se fue insistentemente no está.
Se ha buscado en todos los armarios.
Se ha recorrido la estantería.
Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado.
Incluso se ha roto la prohibicióny se han desparramado los papeles.
Qué más se puede hacer.
Dormir y esperar.
Ya verá cuando regrese, ya verá cuando aparezca.
Se va a enterar de que eso no se le puede hacer a un gato.
Se irá hacia él como si no quisiera, despacito, con las patas muy ofendidas.
Y nada de saltos ni maullidos al principio.